viernes, 13 de junio de 2008

Diferentes etapas de la planificación financiera

La planificación financiera no debería ser la misma en cada etapa de la vida de las personas. A los 20 años la estrategia debe ser distinta que a los 50. La renta y los aportes deben ser consistentes a lo largo de los años e ir bajando el nivel de riesgo a medida que los años pasan.

Pasar a la etapa pasiva de la vida a veces es muy estresante, y más para las personas que fueron muy activas durante toda su vida. La carga emocional es fuerte como para complicarla aún más con problemas financieros que pueden hacer bajar el nivel de gastos para adaptar la billetera a los nuevos ingresos, que podrían ser menores, sin una sólida planificación financiera.

Son poquísimas las personas que pueden jubilarse en grandes compañías que cuentan con jugosos planes de pensión o que tienen una herencia que les permite mantener el mismo nivel de vida aun después de jubilarse, por eso más vale poner en marcha lo más rápido posible un plan de ahorro e inversión para cuando llegue el momento del retiro. Hay que trazar objetivos de largo plazo que se tienen que ir modificando a medida que pasan los años.

Desde los 20 a los 35 años

De los 20 hasta los 35 años es la etapa en que las personas comienzan con su crecimiento profesional y económico, el ingreso comienza a acrecentarse de forma acelerada y constante como para tomar mayores riesgos.
Los gastos fijos todavía no consumen una gran parte del ingreso, lo que deja un resto importante para invertir. En esta etapa, en donde la capacidad de ahorro es mayor, es primordial tener una fuerte disciplina para comenzar a invertir de forma agresiva el ahorro generado, para poder, de esta manera, contar con un mayor capital que haga crecer rápidamente los ingresos en el futuro.

La teoría indica que las personas a esta edad deben colocar el 80% de su cartera en acciones, el 15% en activos de renta fija y el 5% en instrumentos líquidos. Con respecto a la renta se considera que no debería ser menor al 12% anual.

El porcentaje mayor en acciones que debería tener la cartera en estos momentos es porque esta comprobado que a largo plazo las acciones tienen un mayor rendimiento que los bonos, y como todavía faltarían alrededor de 30 años para la jubilación, el riesgo bien vale la pena. Se debe lograr un crecimiento real de la cartera, y no solo una renta estable, para tener cada vez mayor capital que genere una renta que lo haga crecer más rápidamente.

Existen algunos aspectos sobre determinados factores a tener en cuenta para lograr que las inversiones sean las más adecuadas para cada perfil de inversor, como ser:
  • Definir la aversión al riesgo del inversor, algo que se acota a medida que pasa el tiempo.
  • Establecer correctamente en que etapa de la vida se encuentra cada persona, ya que algunos pueden o no tener hijos, padres que mantener, propiedades heredadas, deudas, etc.
  • Definir si el ingreso que se percibe es estable o no, o puede mejorar con el tiempo.
  • Definir la capacidad de ahorro del inversor.
  • Definir en que etapa profesional se encuentra, porque no todas las personas a la misma edad tienen el mismo desarrollo profesional ni los mismos gastos o ingresos.

Por ultimo un factor a tener en cuenta y para nosotros el más importante, es conocer con claridad en que momento económico se encuentra el país en el cual se va a invertir, ya que por mas que en esta etapa las inversiones son a muy largo plazo, tampoco es cuestión de comparar acciones o bonos por el solo hecho de hacerlo considerando que en el largo plazo todo se recupera.
Hay que estar atentos a esto para tratar de que la inversión sea rentable la mayor parte del tiempo. En Argentina los ciclos económicos son muy marcados y estos pueden afectar de manera considerable el rendimiento futuro de la cartera.

Desde los 35 a los 50 años

En esta etapa de la vida, a pesar de que los ingresos generalmente suben, los gastos lo hacen mucho más, debido a la manutención de la familia, la compra del segundo auto, una vivienda más grande, etc.

La proporción de activos de renta variable tiene que comenzar a disminuir de a poco, lo que no quiere decir que se vendan los que ya se tienen, sino que se comiencen a comprar en menor proporción. Si antes la relación era de 80/15/5, ahora tendría que comenzar a ser de 70/25/5 hasta un 60/35/5 al final del periodo.

Esta es una regla básica del manejo de carteras de inversión, porque como ya dijimos, cuando más joven es la persona, mas puede arriesgarse, ya que tendrá mas chances en los años subsiguientes de cubrir las perdidas de las apuestas que hayan salido mal –aunque no debería ser así!-. Al principio se tiene que formar el capital y después se debe ir preservándolo.

Después de los 50 años

La tercera etapa de acumulación sugiere ir reduciendo la exposición de la cartera de los activos más riesgosos en cada vez mayor proporción y con más cuidado, aunque todo dependerá del contexto económico del país de referencia.
En estos momentos la cartera tendrá que mutar a 50/45/5. Existe una regla que dice que la proporción de activos de renta fija debe ser igual a la edad que se tenga, pero igualmente dependiendo del capital acumulado y de los ingresos que los inversores tengan.

En esta situación el divorcio puede ser mortal para las finanzas, y más para las mujeres. Pero esto por ahora lo dejaremos de lado, y lo analizaremos en algún otro artículo.

También ahora y aunque quedan todavía de 10 a 15 años de actividad, es el momento de comenzar a poner las cuentas en orden y empezar a planificar en cifras concretas el plan que se trazo. Estimar cuanto representara el plan de salud, los gastos de mantenimiento de la vivienda, transporte, etc. Hay que comenzar a hacer los números para ver si los ahorros generados serán los suficientes para afrontar estos gastos, ya que si no, se deberá comenzar a ser más agresivo a la hora de definir la estrategia en el armado de la cartera de inversión o acrecentar el monto de las cuotas.

Día D

Cuando el día del retiro llegue, el fondo aculado deberá comenzar a dar sus frutos, tratando en lo posible de no utilizar el capital acumulado, sino los intereses que éste genere.

Igualmente para esta etapa tampoco hay que descartar otro tipo de inversiones o emprendimientos que generen renta o se transformen en una nueva ocupación.

Autor: Sebastián Estevez  

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